Ucrania se prepara para lo peor. Al conflicto abierto hace ocho años en el este del país, tras la anexión de Crimea y la guerra desatada en el Donetsk y Lugansk, se suma ahora la amenaza de una invasión rusa. Moscú insiste en que la posibilidad no está encima de la mesa, pero mantiene más de 120.000 tropas desplegadas en las fronteras con todo el equipamiento necesario. El viernes, Reuters publicó que ya se había procedido incluso al traslado de bolsas de sangre, necesarias para atender a víctimas en el campo de batalla.
El temor en Ucrania es evidente, y se ejemplifica estos días con improvisados campamentos de entrenamiento para civiles incluso en la capital del país, Kiev. Las fotos muestran a hombres, mujeres e incluso niños empuñando fusiles de madera, entrenados en operativos tácticos por efectivos militares.
Según una encuesta realizada en diciembre por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KIIS), el 50,2% de los ucranianos aseguran que resistirían en caso de una invasión rusa a su ciudad. Un tercio de los encuestados aseguraba estar listo para empuñar las armas en defensa de su territorio y un 21,7% declaraba estar preparado para participar en acciones de resistencia civil.
El ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dimitro Kuleba, ha emplazado este domingo a Rusia a retirar sus tropas de la frontera y las regiones separatistas del este de Ucrania «si hablan en serio cuando dicen que no quieren una nueva guerra.
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