Una vez más nuestra Alma Mater, la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca -la UABJO- está sumergida en uno de los capítulos ominosos que tanto daño le han ocasionado a la población estudiantil y a la formación académica. Los tiempos políticos y de campañas a la gubernatura, también le han pegado de frente. La institución no sólo es un suculento platillo, sino un enclave de la gobernabilidad, la estabilidad social y votos, obviamente.
El viernes uno de abril, luego de que el rector, Eduardo Bautista presentaría una licencia al cargo, dirigentes sindicales y caciques, sin cuidar las formas protocolarias, convocaron a reunión de Consejo Universitario. Sin convocatoria previa y violentando la Ley Orgánica de la Universidad, designaron rector interino, para el período 2022-2024. Sin embargo, este proceso apresurado no dejó contentos a todos. Hay un rector legalmente reconocido; otro no.
Que yo recuerde, se trata de un proceso inédito, en el cual el elegido concitó el apoyo de diversas fuerzas que se mueven en la institución y, particularmente, en el seno del Consejo Universitario. Pero, por lo visto, no fue suficiente. No es un secreto que, históricamente, hay grupos, clanes familiares y cofradías que le apuestan no a la academia sino al porrismo; no a la formación profesional sino a medrar del presupuesto universitario, sin importar el daño irreversible que le ocasionan a la institución.
Comparto con muchos oaxaqueños la urgencia de refundar a la universidad. El cambio será doloroso y puede que violento, porque hay ahí especímenes jurásicos que llevan cincuenta años o más, vegetando, luego de que se apoderaron prácticamente de escuelas y facultades. Y eso debe terminar. Una institución de amplio espectro formativo y profesional, no puede ser coto ni propiedad de particulares. Es una institución pública, mantenida con dinero del pueblo. Y así tiene que verse.
De algunas universidades que padecieron agitación, violencia y confrontación política en los años setenta, como la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla –la BUAP- o la de Sinaloa, devenidas hoy ejemplos de desarrollo académico, sólo la UABJO no ha podido superar el estigma de atraso y rezago. Sigue en las mismas. Acotada por sindicatos, porros, grupos políticos y clanes familiares.
Ya urge que haciendo a un lado la manida autonomía, venga un gobierno que meta orden y acabe con esas inercias y vicios que tanto daño le siguen causando a la UABJO.
Obviamente, con el consenso de los universitarios que quieren mejorar la institución. Con certeza, las generaciones del futuro lo habrán de agradecer, cuando puedan concluir sus carreras sin paros, sin bloqueos, sin venta de calificaciones ni acoso de porros y viciosos. (JPA)
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