22 de diciembre de 2024

No bastan las vacunas; hay mucho más que hacer

Con todos los resultados lamentables que nos está dejando la pandemia, los cuales están disminuyendo poco a poco de acuerdo con las cifras dadas a conocer por el sector salud, a estas alturas ya deberíamos tener muy claro qué hacer para fortalecer y mejorar nuestro sistema inmunológico, tener bien identificado qué conviene al organismo humano, que por cierto no solamente es físico-biológico, según los investigadores, sino que como ser tiene otras dimensiones en lo mental, emocional, espiritual, cósmico, entre otras.

¿Bastan las vacunas que genera la gigantesca estructura farmacéutica mundial y volvemos a la normalidad de antes, consumiendo productos chatarra y dañinos que hay por doquier, o nos decidimos por un verdadero cambio de estilo de vida con una visión integral? Al respecto son muy importantes las reflexiones del doctor Gabriel Bertona, instructor de la Especialidad de Educación Integral para el Bienestar del Centro Internacional de Capacitación en Salud Holística (CICSH), que desde Oaxaca ha formado centenares de terapeutas a partir de 1983.

Desde luego hay que reconocer que hay millones de personas en el mundo, el país y también en Oaxaca que trabajan desde antes del Covid 19 y las epidemias anteriores por el cuidado de la salud, pero no es una acción generalizada, consciente, por lo que necesitamos trabajar en una dirección adecuada en que utilicemos las herramientas y los conocimientos que están a nuestro alcance.

Con todo lo que nos ha pasado y sigue pasando con esta pandemia, el doctor Gabriel Bertona señala que los seres humanos tenemos las posibilidades para decidir qué conviene a nuestra vida y qué no.

Externó su desacuerdo con quienes fincan solamente su esperanza de que la vacuna sea la solución definitiva para combatir la pandemia y otras enfermedades que lleguen a presentarse en el futuro, porque no es una mirada enriquecedora de nuestra realidad.

Necesitamos otras alternativas reales y naturales.

Contundente, advierte que si vamos a la realidad, a los problemas de la realidad, pensar y actuar así caemos en las fantasías.

Eso no va a resolver los problemas médicos que tenemos, no va a fortalecer el sistema inmunológico ni atender las diferentes necesidades del pueblo; no va a generar una mejor distribución de la riqueza ni mejorar la educación para que la gente pueda tener más herramientas para afrontar sus problemas de salud, para que pueda comer mejor, para que relacionarse mejor con las personas, es decir, esta fantasía está basada solamente en la intervención farmacológica y específica y eso nos trae otros problemas.

¿Cuáles otros problemas? Que no intervenimos, no proponemos, no facilitamos la solución de muchos otros problemas que hay en materia de salud. Hay estructuras que tienen cierta función que promueven la salud y otras que funcionan de diferente manera en pro de la enfermedad.

Estamos pocos capacitados pata aprender, para recibir la crítica constructiva, para evaluar nuestros errores, para distinguir qué nos enferma y qué nos sana. La sugerencia resulta lógica y fundamental: hay que cambiar y mejorar nuestro estilo de vida.

Si no aprendemos de la enfermedad y de la muerte nos estamos equivocando mucho; la enfermedad y la muerte están ahí para enseñarnos, nos mandan mensajes.

Si de la enfermedad y la muerte no aprendemos, entonces qué va a pasar: nos seguiremos enfermando de lo mismo y muriendo de lo mismo porque no hemos aprendido nada.

El médico concluye: “Si yo espero que la vacuna me salve, entonces dejo de ocuparme en los problemas estructurales que sí afectan a mi estado de salud, como la nutrición, el ejercicio, la cuestión del estrés, las relaciones interpersonales, mis redes de apoyo, que son variables muy importantes en la salud, pero por fincar mi esperanza en otra cosa dejo de ocuparme en ellas, no las estoy viendo y por lo tanto espero que la vacuna salvadora lo resuelva.

Estas ideas se vuelven dogmáticas y defendemos la razón aunque no sean ciertas”.

Por lo tanto, tenemos que trabajar por una actitud diferente, que conlleva una responsabilidad personal.