La Ruta del Fentanilo.
Alétheia
A nueve décadas de la anulación de la XVIII Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos (Ley Volstead), nuevamente su gobierno no dimensiona las consecuencias de restringir la prescripción de medicamentos para el dolor basados en fentanilo.
Hoy, las dependencias encargadas de la salud, la seguridad y el combate al narcotráfico al otro lado de la frontera no encuentran la puerta de salida a la epidemia de adicción al fentanilo, provocada por las farmacéuticas en complicidad con su sistema de salud pública durante más de tres décadas.
La alerta emitida en 2011 por el Centro para el Control y Previsión de Enfermedades (CDC) y las medidas de control para restringir su receta para cualquier dolor ocasionaron la creación de un mercado negro de opioides sintéticos a base de fentanilo.
Tan solo un año después, este mercado fue aprovechado por las industrias químicas y farmacéuticas de China, una de las principales potencias en el ramo. En la actualidad el gigante asiático continúa siendo el principal proveedor de fentanilo -aunque de manera indirecta- a Estados Unidos.
Es importante hacer mención del escaso, si no es que nulo, control o registro de la producción y exportación de medicamentos controlados, así como de sus precursores por parte del gobierno chino. Durante toda la década pasada, desde China se comercializaban por internet y se enviaban a Estados Unidos o a Canadá vía correo tradicional.
Fue entre 2012 y 2022 que el consumo de los opioides sintéticos se disparó por todo el territorio estadounidense, ocasionando la peor epidemia de adicciones y muertes por sobredosis.
Ante este problema, las administraciones de Barack Obama y Donald Trump, lograron por la vía diplomática persuadir al mandatario chino, Xi Jinping, de la necesidad de reforzar la colaboración bilateral para la regulación, producción, venta, distribución y clasificación de los opioides sintéticos, así como de sus precursores.
En mayo del 2019, el gobierno chino promulgó la normatividad correspondiente, la cual tuvo consecuencias inmediatas “favorables” al disuadir a vendedores y cambiar la dinámica del mercado ilícito de opioides.
Simultáneamente, China accedió a cooperar en el cumplimiento a la Ley STOP de EE.UU., cuyo principal objetivo es monitorear y controlar el servicio postal coordinadamente. Mientras se mantuvo la colaboración, los envíos de paquetes de fentanilo por esta vía se redujeron en un 90%.
Consecuencia inmediata: los grupos criminales chinos iniciaron negocios con India -tercera potencia farmacéutica en el mundo- y con los cárteles mexicanos para continuar con la venta y distribución de fentanilo en Estados Unidos.
Para evitar el rastreo y evadir la ley, la oferta dejó de tener al fentanilo como protagonista y se dirigió a los precursores y pre precursores -susceptibles de ser posteriormente sintetizados en dicha sustancia-.
Se abrió así el tráfico legal de sustancias de doble propósito no clasificadas, las cuales se utilizan lo mismo en la producción legal de medicamentos que en la ilegal de drogas. Este nuevo mercado hace más difícil controlar y monitorear la producción de fentanilo para uso ilegal.
De acuerdo con el estudio realizado por Vanda Felbab-Brown titulado China y el control de las drogas sintéticas: el fentanilo, la metanfetamina y sus precursores, la exportación ilegal de esta sustancia hacia México se intensificó a partir de 2019.
Para ello, la industria farmacéutica china se asoció con dos cárteles mexicanos: el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación, expandiendo el negocio con ayuda de la diáspora china y empresas del mismo país legalmente operando en México, pero diversificando el negocio criminal, no sólo con la venta -legal e ilegal- de precursores y pre-precursores de fentanilo, sino también con el lavado de dinero y el tráfico de especies animales, plantas y maderas preciosas.
En la última década, la población china en México se ha incrementado exponencialmente, al igual que el establecimiento de sus negocios legales usados para operaciones ilícitas, en específico para la importación de sustancias químicas de doble propósito no clasificadas, ergo, difíciles de rastrear.
El estudio publicado por Vanda Felbab hace referencia a “la participación de China en la extracción de recursos en México y su exportación de bienes de consumo, que en el 2019 ascendió a unos USD 83 000 millones”. Y señala, que los principales puntos de ingreso del fentanilo y sus precursores son los puertos de Lázaro Cárdenas, Michoacán y Manzanillo, Colima.
Actualmente, las empresas chinas legales y las redes de traficantes ampliaron su radio de acción a los puertos de Veracruz y Tampico, así como a Mexicali.
Finalmente, diga lo que dijere el inquilino de Palacio, el fentanilo sí que se produce y consume en México, por lo menos desde hace tres años.
Concluyó afirmando que, mientras el vecino del norte no mejore el tratamiento y prevención de los trastornos por consumo de drogas, la oferta continuará creciendo y mutando en drogas más adictivas, mortales y difíciles de trazar.
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