En la opinión de Jesús Gerardo Puentes Balderas
Alétheia.
La jornada electoral del domingo 4 de junio de 2023 fue un reflejo del ambiente de la precampaña y campaña en Coahuila de Zaragoza: gris y sin levantar el más mínimo entusiasmo -lo cual tuvo su lado positivo, habida cuenta que transcurrió sin sobresaltos-.
La participación ciudadana fue del orden del 57 por ciento –un poco más de un millón 340 mil coahuilenses ejercieron su derecho a votar-; sin embargo, la mayoría no lo hizo en libertad ni convencida de su deber civil: muchos ciudadanos fueron acarreados y coaccionados para votar por tal o cual partido.
Las casas amigas, los operadores y las lideresas hicieron su trabajo con diligencia y precisión. La compra del voto, las dádivas y prebendas corrieron desde días antes e, incluso, el mismo de la jornada electoral la amenaza de sacar a los votantes de los programas sociales fue una constante, así como solicitarles demostraran con fotografía su sufragio. Es tan escaso nuestro valor cívico, que no dimensionamos el verdadero valor de nuestro voto. La mayoría acepta sumisamente se violente su voto libre, secreto y personal.
Respecto al triunfo del candidato oficialista, no hubo sorpresa. Factores como el aparato del estado y la mayoría de los gobiernos municipales operaron a su favor, casi dos años de campaña; una estructura clientelar bien aceitada; un gobernador bien evaluado, una buena selección de la candidatura y un estado aparentemente en paz, le representaron una clara ventaja -la que se reforzó vía la alianza con el PAN, que fuera su acérrimo enemigo y, en menor grado, con el PRD, comparsa de los Moreira pero, sobre todo, por la división y fractura de la oposición (PT, PVEM, UDC y MORENA), así como merced a la debacle y vergonzoso papel del candidato Guadiana.
La sorpresa mayor, sin lugar a duda, fue la diferencia entre la Alianza por la Seguridad y MORENA; la cual, de acuerdo con cómputo final, es de más 348 mil votos (25%).
De los 766 mil votos obtenidos por la Alianza por la Seguridad, 635 mil fueron para el tricolor; 550 mil corresponden a su estructura -léase clientela-, a la cual coacciona mediante dádivas y por 200 pesos compra su voluntad.
Los restantes 142 mil votos se repartieron entre el PAN y el PRD con 92 mil y 37 mil respectivamente. Sin embargo, si descontamos los votos de la estructura al PRI, existen más de 85 mil ciudadanos que votaron por diversas razones por la alianza triunfadora, pero no por simpatizar con alguno de los partidos.
Cabría preguntarnos:
¿Cuántos lo hicieron simplemente por sentirse parte del grupo ganador o por identidad y no por un razonamiento del sufragio?
¿Cuántos lo hicieron por miedo a volver a vivir la inseguridad ocurrida en el periodo de 2008 a 2012 y que hoy viven nuestros hermanos de Zacatecas, San Luis Potosí, Sonora, Colima, entre otros?
¿Cuántos lo hicieron por un sentimiento anti AMLO?
¿Cuántos ciudadanos acudieron a votar para consagrar su derecho y cumplir su obligación cívica?
¿Cuántos lo hicieron por el efecto triunfador de la Alianza por la Seguridad, ante lo contrario mostrado por los partidos de la mal llamada cuarta transformación? Esto último, sobre todo, fue el real motivo de sumar al PAN y al PRD: dar la imagen de unión y fortaleza, mas no por lo que pudieran, realmente, aportar.
Lo sucedido en este 2023 en Coahuila no necesariamente se repetirá en 2024. MORENA y PT, prácticamente sin hacer campaña ni mínimo esfuerzo, obtuvieron altos niveles de votación en varios municipios -sobre todo en la pista de diputados; lo que no ocurrió con el PAN y el PRD: el primero, vergonzosamente obtuvo el peor porcentaje de votos en toda su historia; el otro no alcanzo siquiera el registro local como partido. A pesar de ello, la Alianza por la seguridad logró el efecto deseado en la población, aunque no con el entusiasmo esperado.
El 57 por ciento de participación ciudadana es la tendencia en los cinco comicios anteriores, a excepción del 2020 (elección en medio de la pandemia). Un alto porcentaje de ciudadanos (43%) no participaron ya sea por hartazgo, apatía o desánimo al ver que ya estaban definidos los resultados.
Resulta clarísimo que pasaremos a la historia como tierra de dinosaurios. Seremos el último estado con alguna perspectiva de alternancia en el poder pero, independientemente de ello, los más optimistas continuaremos esperando que los ciudadanos decidan votar en libertad, con dignidad, conciencia y civilidad.
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