RECORDAR A LOS MUERTOS, ESENCIA DE LA VIDA
En la opinión de: Jesús Romero
La celebración del día de muertos, es una tradición que ha estado presente en nuestras culturas desde la antigüedad, representa una festividad que se ha florecido de generación en generación.
En nuestro país data desde los antiguos Aztecas que enterraban a sus muertos porque concebían a la muerte como la separación del cuerpo y el alma, y última era la que tenía que emprender el viaje para poder llegar al Mictlán (el lugar de los muertos) a a través de la ayuda de la Diosa de la Tierra Tlaltecuhtli.
En el transcurso del recorrido de las almas, se encontraron con Itzcuintla, el enorme río que debía ser atravesado para continuar su camino al lugar de los muertos, este río era tan enorme que sería imposible cruzarlo solos, por tal motivo se necesitaría de la ayuda de un Xoloitzcuintle (perro protector de los muertos), es por esta razón que los Aztecas le tienen un profundo respeto a esta raza de perros de origen mexicano y además, propagaban así el amor hacia los animales. De esta manera, se puede entender, que las tradiciones prehispánicas reconocieron muchas formas de la muerte y que tienen un Dios para ella: Mictlantecuhtli.
Muchas son las interpretaciones desde el México prehispánico hasta nuestros días, respecto a la celebración del día de los fieles difuntos. Oaxaca, nuestro maravilloso estado, es de las entidades del país que más turismo atrae para presenciar las celebraciones de Todos Santos, como también es conocido. Para algunos representa un motivo de fiesta, algarabía y convivencia familiar, para otros, es un momento de profunda intimidad y acercamiento hacia el recuerdo de aquellos que se han adelantado en el camino, por lo tanto, también es una fecha importante que se interpreta en un acto de fe.
La sociedad actual, está influenciada por los diversos medios de información, redes sociales digitales, que han propiciado cambiar o algunas formas de celebrar las fechas de día de muertos, hemos llegado a lo que Marvin Harris denomina aculturación, entendidos como un proceso de adaptación de culturas tomadas en cuenta elementos de otras, una mezcla de ideas y costumbres que dan un sentido de coexistencia y adaptación entre formas de interpretar la vida. Sin embargo, es necesario seguir reforzando las ideas de nuestras regiones, de nuestros pueblos originarios para entender y preservar nuestras tradiciones.
Es una fecha que nos llama a la reflexión, desde lo religioso, desde lo cultural, pero sobre todo, es un momento para reflexionar sobre nuestra trascendencia como seres humanos.
En la diversidad cultural que nos distingue, tenemos distintas maneras de celebrar esta fecha, en algunas regiones de nuestro estado, por ejemplo, se «reciben» a los difuntos desde el día 30 de octubre, pues es la de los niños, de los ángeles y en otras se comienzan desde el día 29 de octubre, porque también esperan la llegada de sus difuntas mascotas, para el día 31 de octubre se esperan a los difuntos adultos. Así pues, para otras regiones, los días importantes son el 1 y 2 de noviembre.
La celebración del día de muertos es tan importante en nuestro país que incluso la UNESCO, la reconoció como Patrimonio Cultural Inmaterial, pues reconoce el significado de esta expresión tradicional que sin duda representa la cosmovisión indígena de nuestros pueblos y comunidades.
Así mismo, Oaxaca siendo tan diverso, tiene sus particularidades en cada región, por poner un ejemplo, tenemos el “Xhandú” en Juchitán, o los Huehuentones en Huautla de Jiménez en la Sierra Mazateca, distintas denominaciones en cada región. El día de muertos es el espacio para celebrar el regreso de los muertos a través de expresiones musicales, reuniones familiares, con flores y comida, que son elementos necesarios en la construcción y fortalecimiento de nuestra identidad.
Que la Globalización no acabe con nuestras culturas, tenemos la obligación moral de seguir transmitiendo desde la oralidad y en la práctica, nuestras costumbres.
Disfrutemos amigas y amigos estos días con unos buenos tamalitos, el delicioso mole y un buen pan de muerto con el mejor chocolate del mundo que es sin duda el oaxaqueño.
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