La primera vez que Ana vivió con un novio, su relación terminó a los 11 meses.
En ese entonces, tenía 25 años y llevaba un tiempo viviendo en Canadá, a donde llegó cuando tenía 17.
«Cuando comencé a vivir con esa pareja, yo tenía una situación de conflicto interno», comenta en entrevista.
«Por un lado, me criaron para atender a un hombre, para tener hijos, para llevar una vida doméstica», explica, haciendo referencia a la crianza que recibió en su natal México.
«Pero por otro lado, yo quiero mi éxito profesional. Yo quiero mi independencia. Yo soy tan valiosa, ¿por qué tengo que atender a este hombre?»
Ana tiene una relación que los expertos llaman «viviendo aparte juntos» o LAT, por sus siglas en inglés.
Y aunque este tipo de relaciones no son nuevas (muchas parejas han tenido que vivir separadas por circunstancias externas a través de los siglos), lo que se está viendo hace unos años es un cambio hacia parejas que toman la decisión de mantener residencias separadas a pesar de estar en relaciones comprometidas.
«En la última década o dos se ha convertido más en una opción de estilo de vida. Ya no es porque no puedes vivir con tu pareja, es porque estás escogiendo no querer vivir con ella», explica Vicki Larson.
Larson es la autora del libro «El nuevo ‘acepto’: reformando el matrimonio para los escépticos, realistas y rebeldes».
Para ella, el movimiento LAT ha sido impulsado en parte por mujeres. Por un lado, dice, están las mujeres que estuvieron casadas y no quieren replicar la experiencia; y por el otro, están las mujeres jóvenes que buscan una mayor independencia.
«Una vez tuvimos la libertad de controlar nuestra fertilidad y de ir a la escuela y de no depender de un marido para sobrevivir, se abrió un mundo totalmente nuevo», explica Larson.
Razones prácticas
Para la directora de cine canadiense Sharon Hyman, las razones que la llevaron a comenzar su relación tipo LAT, hace 23 años, fueron mucho más prácticas.
«En Montreal tenemos mucha suerte. Tenemos apartamentos de renta controlada», explica, haciendo referencia a un programa público que limita la cantidad de dinero que los dueños de propiedades pueden cobrar por un alquiler.
«Yo he estado en mi apartamento de renta controlada por 30 años. Y él tiene el suyo. Yo no tengo ganas de entregar mi apartamento», cuenta Sharon entre risas.
Además, agrega, los dos tienen estilos de vida muy distintos.
«Trabajamos horas completamente distintas. Él estaba yendo a trabajar a las 5:30 am y yo soy una cineasta. Tiendo a trabajar hasta tarde en la noche».
«Al principio era solo cuestión de tiempo y energía. Pero a medida que evolucionó, simplemente fue muy claro que yo realmente disfrutaba viviendo sola. Creo que es lo mejor de los dos mundos», cuenta Sharon.
Una mayor intimidad
Larson explica que una de las dificultades más grandes que tienen las parejas que viven en un mismo hogar, es dar al otro por sentado.
«Muchas veces, cuando estás viviendo con alguien en la casa, estás viviendo vidas paralelas. Estás ocupando este mismo espacio pero no estás interactuando realmente», cuenta Larson.
Para las parejas LAT, agrega, hay un esfuerzo consciente por mantener la intimidad.
«Las personas que viven separadas, se reúnen de una manera muy consciente. Están interactuando entre ellos porque solamente tienen esta noche, o el fin de semana, y después se van a sus espacios separados. Tiene mucha más intimidad porque existe la expectativa de ver a tu pareja», dice Larson.
Ana, después de 5 años en una relación tipo LAT, dice estar de acuerdo.
«Hablamos diario, nos vemos seguido y estamos muy involucrados el uno con el otro. Realmente no tomamos decisiones grandes sin platicarlas, pero no es que estemos consultando el uno con el otro. Es que a mí realmente me interesa saber qué piensa él».
Estigmas
En los 5 años que lleva de relación tipo LAT, Ana cuenta que ha contado con el apoyo de sus padres. Sin embargo, dice que no están del todo de acuerdo con su decisión.
«Mi mamá admira que yo esté tan dispuesta a crear la vida que yo quiero y mi papá lo respeta. Mi papá es muy tradicional. Él no aprueba nada de lo que estoy haciendo, pero al mismo respeta el hecho de que de todas maneras lo voy a hacer. ¿Qué caso tiene pelearse conmigo?»
Y a eso, se le suma el estigma de otras personas en su comunidad.
«Una persona me dijo a mí: ‘ninguna mujer que valga la pena estaría con un hombre que no se quiere casar contigo’. Me puse a buscar artículos de parejas que no viven juntas, porque dije: ‘yo veo gente que no vive juntos y que llevan una vida de pareja sana».
Ahí fue que encontró una comunidad muy activa.
Creando comunidad
Sharon, quien lleva 23 años en su relación LAT, dice que nunca pensó que su experiencia fuera algo interesante para alguien más. Hasta que habló con «su mentor» en el mundo cinematográfico.
«Un día me dijo que debería hacer un documental sobre David y yo […] Empecé a investigar y me di cuenta de que en Norteamérica, uno de cada 10 adultos está en una relación comprometida pero no viven juntos», cuenta.
De ahí le surgió la idea de crear el grupo «Apartners» en Facebook, para que personas que viven en relaciones LAT pudieran compartir sus experiencias.
Hoy tiene más de 3,400 miembros.
Ana llegó a ese grupo mientras hacía su propia investigación, buscando más personas como ella. Y aunque dice que no es muy activa en el grupo, le gusta leer anécdotas de personas que viven como ella.
«Es divertido ver algunas dinámicas, y ver que la gente está honrando sus deseos más y más y que la gente está escuchando lo que quiere y lo está haciendo.»
«Nos estamos liberando de estigmas y dogmas que son innecesarios. No te tienes que obligar y hacer nada si no quieres!».
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