Un tercio de las poblaciones de abejas y abejorros podrían desaparecer a causa del cambio climático antes de que termine esta década, sugiere un estudio.
El cambio climático está impactando severamente el bienestar de los insectos. De acuerdo con un estudio publicado en la revista de investigación Proceedings of the Royal Society B, las abejas obreras y abejorros no están logrando adaptarse con la suficiente velocidad a las altas temperaturas.
Especialmente, el cambio climático está impactando a los insectos de tamaño considerable, como los abejorros, que han demostrado más dificultades para sobrevivir que las abejas más pequeñas. Estos son los retos a los que las abejas y abejorros se están enfrentando.
El problema va más allá de la reducción en el número de insectos (que ya de por sí representa una disminución de la biodiversidad). Este decremento tiene graves consecuencias para los ecosistemas que se van presentando “en cascada”. Según los autores, una consecuencia negativa provoca otra y después otra y así sucesivamente.
A menos insectos, menor polinización
Que haya menos insectos grandes, como abejorros, implica que se reduzca el grado de polinización, pues los insectos grandes vuelan a mayores distancias polinizando más plantas. Los insectos son los agentes de polinización más importantes, pues de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas 75 % de las cosechas de alimentos a nivel mundial son polinizadas por los insectos.
En un estudio anterior, publicado en 2019, los investigadores concluyeron que existe un descenso en casi la mitad de las especias de insectos a nivel mundial. Un tercio de ellas podría desaparecer por completo para el final de este siglo. De hecho, en la actualidad ya han desparecido seis especies de abejas en alguna región de la Tierra.
Los números siguen cayendo. Nuevas investigaciones que utilizan sets masivos de datos indican que los insectos son mucho menos comunes de lo que solían ser. Actualmente, según los científicos en Estados Unidos, existe una 50 % menos de probabilidad de ver un abejorro en Norteamérica de la que existía antes de 1974. El porcentaje sólo podría aumentar al término de esta década —si las temperaturas se mantienen a la alza.
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