Y ya se dieron dos derrotas al proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La primera no muy visible, ocurrió en el pleno de la Corte.
Los siete votos del pleno para la declaración de inconstitucionalidad de las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica, insuficientes para tal propósito, significan que el gobierno perderá por la vía del amparo las reformas que hacen de la CFE monopolio contaminante, además de que vienen nuevas acciones legales sobre la decisión como es la aclaración de resolución que solicita el senador Álvarez Icaza.
Lo más relevante es que el Presidente perdió a la Corte. Siete ministros están decididos no a enfrentarlo o a confrontarlo, sino algo más importante, hacer valer la constitucionalidad de los actos de autoridad y de las normas aprobadas por el Congreso.
La consulta para la revocación de mandato también es una significativa derrota.
No lo es tanto por los números, aunque que no se haya cumplido 40 por ciento le resta toda validez legal, la votación por la continuidad del mandato de nueve de 10 pierde valor, porque los votos obtenidos son menos de la mitad de los alcanzados en 2018. Eso no es la pérdida mayor, lo más significativo es que para lograrlo el Presidente tuvo que forzar la marcha por el camino de la ilegalidad abierta, es la ruta de la impudicia y eso significa una cosa: la pérdida de legitimidad.
La tercera derrota al proyecto político en curso está cantada.
Ocurrirá este domingo en la Cámara de Diputados.
Allí quedará evidente la consecuencia de haber perdido la mayoría calificada en la elección de 2021. No se darán los votos suficientes, aunque habrá deserciones como la del diputado de Campeche, Carlos Miguel Aysa Damas, promovido al cargo por el ahora dirigente Alejandro Moreno e hijo del ex gobernador Miguel Aysa y prospecto de embajador.
El Presidente lo sabe y ahora reinventa otra batalla, la del litio, con una legislación que le dará el control monopólico a su explotación. El Presidente confunde Estado con monopolio. Por eso quiere que la CFE regrese a lo que era y todavía más, que controle el suministro eléctrico.
El Presidente no cree en la libre competencia, tampoco en los órganos reguladores autónomos, para él todo eso son engendros del régimen neoliberal.
Lo que vale es el monopolio.
Tres derrotas que significarán un antes y después.
El Presidente intentará colonizar al INE, pero no lo podrá desaparecer. Si no tuvo los votos para la reforma constitucional eléctrica, menos los tendrá para la electoral. Podrá intentar gobernar con decreto, como lo hacen las dictaduras o con normas a modo aprobadas por una mayoría sumisa, como ocurría en los peores tiempos del presidencialismo autoritario.
Frente a sí tendrá un Poder Judicial federal independiente, dispuesto a salvaguardar la Constitución.
Tampoco podrá cambiar la Constitución por que el voto democrático de 2021 le quitó la mayoría calificada. El Presidente pierde poder e inicia el cuarto menguante del poder presidencial.
Federico Berrueto
@berrueto
fberrueto@gmail.com
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