El Espacio Estatal en Defensa del Maíz Nativo manifestó su rechazo al uso de agrotóxicos en Oaxaca y en el resto del país ante los graves daños que causan a la salud humana y a la naturaleza.
El representante de esa instancia, integrada por organizaciones de la sociedad civil y campesinas, Juan Carlos Julián Morales dio a conocer que el Día Mundial del No Uso de Plaguicidas fue establecida para recordar a más de medio millón de personas intoxicadas y alrededor de 16 mil personas fallecidas en 1984 en Bhopal, India, debido al escape de 27 toneladas de gas tóxico para la fabricación de estos venenos.
Expuso que el modelo agroindustrial ha seguido afianzándose en México, a través del uso desmedido de fertilizantes sintéticos y agrotóxicos, por la presión internacional surgida por la Revolución Verde, especialmente por el fomento del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial a un modelo violatorio de la vida campesina y a la naturaleza.
Expresó que el gobierno actual actúa con claroscuros frente a este tema, porque por un lado, promueve alternativas agroecológicas y por otro, genera políticas públicas endebles por la presión externa, como la última modificación del decreto de prohibición del uso y comercialización de glifosato.
También, observó que se siguen teniendo importaciones de maíz híbrido mejorado y genéticamente modificado de Argentina, Sudáfrica, Estados Unidos y ahora Brasil, pues aunque sea en grano, no está exento de contaminación de residuos de agrotóxicos.
De esta manera, subrayó que el Espacio Estatal en Defensa del Maíz Nativo busca profundizar en la lucha contra los intereses económicos y las transnacionales, proponiendo la agroecología como una forma alternativa y de carácter prioritario.
Resaltó que las comunidades, tanto rurales como urbanas, tienen el derecho a una vida digna, porque durante miles de años han existido diversas formas de cultivar alimentos sin la utilización de los agrotóxicos, pues se han basado en el conocimiento y experiencia de los propios pueblos, para cuidar la vida y estar en armonía con la naturaleza.
Destacó que las comunidades quieren fortalecer y construir sus propias formas de sembrar, de cultivar, de comer, de organizarse, de relacionarse, de vivir, de convivir, de aprender, de sanarse y de comunicarse para continuar cosechando esperanza y vida.
Además, demandó no usar los agrotóxicos en Oaxaса у en demás estados del país, así como una verdadera transformación a la matriz alimentaria, transitando hacia un modelo agroecológico, donde se fomente la reivindicación del papel del campesino.
Aparte de esto, refutó toda ley o convenio que atente contra el derecho histórico de los productores, campesinos e indígenas a conservar, seleccionar, intercambiar, sembrar y guardar semillas como la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), el Convenio de Diversidad Biológica y el Protocolo de Nagoya.
Igualmente, invitó a los académicos y académicas conscientes en fomentar y reflexionar procesos agroecológicos, desde las instituciones junto con profesionales de la salud, para seguir investigando enfermedades asociadas al uso, exposición y manejo de agrotóxicos.
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