En la opinión de… Jesús Gerardo Puentes Balderas:
Nuevo León a merced de la perversidad política.
Lo ocurrido en el Estado de Nuevo León, con la designación y posterior declinación del gobernador interino, para cubrir la ausencia del gobernador con licencia, samuel alejandro garcía sepúlveda, es una escena ignominiosa de nuestra tragicomedia mexicana.
Este hecho, una vez más, deja al descubierto el egoísmo, la parásita ambición y el autoritarismo de nuestra fauna política, cuyos impresentables especímenes -sin el menor recato y pudor- pisotean sistemáticamente nuestro entramado legal e institucional a pesar de haber jurado respetarlo y hacerlo respetar.
Pero, lo más increíble, es nuestra tolerancia a semejantes barrabasadas; sin protestar, nomás.
En este sexenio, desde su inicio, se ha honrado la máxima del mesías tropical de “mandar al diablo las instituciones” y violentar la ley bajo el apotegma “a mí no me vengan con que la ley es la ley”.
Nuestra propensión a creer que las reglas se hicieron para romperse y no para aplicarse y respetarse, es el origen de muchos de nuestros problemas.
No hay gobernante que se resista a la tentación de actuar como el ciudadano Vargas, protagonista del largometraje La Ley de Herodes, de servirse del poder otorgado por el pueblo para satisfacer su ego e intereses particulares.
El día primero de diciembre (un lustro después de la consumación de otra catástrofe política) de 2023 se encendieron las alarmas en todo el país por una posible crisis constitucional en el norte de la República.
¿La razón? La estupidez, la incompetencia; la arrogancia y la irresponsabilidad del desgobernador Samuel García.
Dice ser Doctor en Derecho, lo que autoriza a asumir que tiene pleno conocimiento de la norma, así como de los procedimientos y facultades de los Poderes por cuanto a la falta del mandatario estatal por licencia para separarse del cargo por más de 30 días.
Por lo tanto, es infinitamente responsable de su ignorancia supina; de su inconmensurable soberbia y de la notoria ausencia de oficio político que, por omisión, lo hicieron prescindir del diálogo y la negociación para que sus pretensiones prosperaran y transitaran de manera tersa con el Congreso.
También, debería ser consciente –es un decir– de las consecuencias de su incongruencia al incumplir no solamente su débil palabra, sino el mandato otorgado por los neoleoneses para gobernar por seis años la entidad, accediendo a seguirle el juego al macuspano.
Pero vayamos por actos en esta tragicomedia. Primero, el 22 de octubre el gobernador garcía solicitó licencia para ausentarse seis meses de su encargo de conformidad con el artículo 120 de la Constitución local.
Sin embargo, perversamente, pretendió designar al Secretario General de Gobierno, Javier Navarro, como encargado del despacho, intentando violentar la facultad exclusiva del Congreso establecida en los artículos 96 y 122 de su Carta Magna.
Si bien es cierto que existe una costumbre de cortesía política -lógica y hasta cierto grado justa- en el sentido de respetar la propuesta del partido en el poder en el ánimo de acatar la voluntad del pueblo en las urnas, también lo es que, en la historia política de Nuevo León, el PAN y el PRI se han alternado la mayoría del Congreso, sin ser la excepción la actual LXXVI Legislatura.
Dados los resultados del proceso electoral local 2020-2021, los neoleoneses decidieron no entregar todo el poder a una sola fuerza política, con el objetivo privilegiar nuestro sistema de pesos y contrapesos, fortaleciendo al Legislativo.
Inopinadamente, el Congreso local pretendió designar al Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, José Antonio Salinas Garza, como Gobernador interino, soslayando su inviabilidad normativa de conformidad con la fracción V del Artículo 118 de la Constitución local, lo que incrementó el problema y dio pie a su judicialización.
Afortunadamente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) les enmendó la plana, lo mismo al ordenar al Congreso elegir una persona idónea y viable, de preferencia a través de un amplio consenso (que no necesariamente por unanimidad), que al dejar sin efectos el acuerdo del ejecutivo por no ser de su competencia el nombramiento de su interino o, incluso, al determinar la procedencia que Luis Enrique Orozco Suárez, designado por el Congreso local, asumiera el cargo de Gobernador Interino.
Pero, mientras la lucha de egos y la judicialización se resolvía, el pueblo y el país vivieron momentos de alta tensión ante la posibilidad de presentarse una crisis política que pudiera escalar por la torpeza y fatuidad de samuel garcía, fomentada y tolerada por el profeta tabasqueño de pantano desde Palacio Nacional.
Asimismo, el Presidente Municipal de Monterrey, Luis Donaldo Colosio, ante el desencuentro de ambos poderes vislumbro la posibilidad que el Senado de la República pudiera intervenir para declarar la desaparición de poderes, como medida extrema.
Sin lugar a dudas lo vivido en Nuevo León el primero de diciembre es la antesala de lo que puede suceder el 2 de junio de 2024, sobre todo, si llegara a perder la candidata de paja del profeta desequilibrio de los otros datos.
Ayer, 4 de diciembre de 2023, después de diversas balandronadas y arrebatos pueriles de Samuel, su esposa y sus semovientes, asumió nuevamente -merced a la altura de miras de Luis Orozco- su encargo el demenciado gobernador garcía sepúlveda.
Pierde López; gana Adrián de la Garza. Pierde dante; gana Francisco Cienfuegos y pierde Nuevo León, donde la clase política -de todos los niveles, órdenes y colores- mostró el cobre al pelear absurda y miserablemente el poder por el poder mismo.
Deseo (aunque no estoy seguro si lo espero) que las y los ciudadanos de México reaccionemos en contra de las élites fracasadas y anquilosadas. En verdad, aunque sé qué pesadilla no debe seguir, parece que no hay a cuál irle.
Pobre México.
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