La caza de animales es una de las prácticas de crueldad más denunciadas por las ONG animalistas en todo el mundo. De acuerdo con el World Wildlife Crime Report, un informe realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Dellito (UNODC), al año son asesinados por diversión más de 30 mil elefantes, 100 tigres y cerca de mil rinocerontes; por lo que esta práctica es considerada por muchos como una de las causales que está arrastrando a la extinción de estas especies en el mundo.
Sin embargo, aún con los datos y juicio social que se ha gestado con mayor fuerza en las últimas dos décadas, lo cierto es que la caza deportiva es aún una práctica que se desarrolla con fuerza en el mundo y que mueve cantidades exorbitantes de dinero.
Ejemplo de esto fue lo ocurrido en Botswana, al sur de África, en donde Leon Kachelhoffer, un cazador de trofeos profesional, tuvo el “privilegio”, como él mismo lo denominó, de acabar con la vida del elefante tusker más grande de este país. De acuerdo con la historia contada por el hombre, fue él quien pudo disparar en contra del gigantesco animal luego de pagar 50 mil dólares de inscripción a un grupo que organizaba una excursión de cacería en ese país.
Según el cazador, el ejemplar asesinado, que hace parte de una de las especies de elefantes con los colmillos más grandes del mundo, contaba con un peso en marfil de 91 kilogramos. El animal era un elefante ya veterano, por lo que solamente fue necesaria una bala para acabar con su vida.
Más historias
MULT sigue en demanda de justicia por sus víctimas
Reciben con gran aceptación a Oaxaca en Guanajuato
Podrían pedir declaratoria de emergencia por Juchitán